viernes, 31 de octubre de 2014

Ya no importa el después...

    Faltan pocas horas, las voy contando, se va achicando el espacio. Ya casi estamos, son diez años. Si. han pasado diez años.  Larga y profunda noche. Te tomé de la mano y nunca te la solté. Te lo había prometido. Te acompañé por los caminos de los sueños, siempre al lado. Desde mi sillón veía la luz siempre encendida de tu ventanita. Ahí estabas y yo  podía cuidarte. Podía impedir que te fueras. Desde allí, desde mi pequeñez humana, con mi fe me volvía tan grande y poderosa como liviana e inasible que ya no tenía cuerpo y entonces pude sentir tu espíritu con el mío volar a través de la ventana esa mañana de tormenta. Un fuerte viento hizo temblar el edificio, los pájaros volaron asustados, el cielo se oscureció y los relojes se detuvieron. Anduvimos tan libres como nunca por los paisajes luminosos del amor y como decían nuestros poetas: "nos elevamos ala con ala, sueño con sueño para dejar esta tierra debajo nuestro perdiéndonos en la lejanía". 
  Ya no importa el después porque "antes de rendirnos  fuimos eternos".
  Ya no importa el después... ya no importa... ya no...


   Y quizás tenías razón cuando en los últimos minutos de mi agonía, con la mirada y el cuerpo de hielo me dijiste:"Ya todo es Historia"...

    Si. Ya todo es Historia.
   
   
        
        

sábado, 4 de octubre de 2014

                                               Hoy vuelvo.


    Han pasado casi tres años desde que escribí mis últimas palabras en este espacio.  Mi Blog. Mi Espacio Nuevo. Nuevo para mí, antes. Ahora no. Tantas cosas han pasado. Conocer estos lugares me hizo feliz entonces: eran  juegos compartidos,  experiencia,  aprendizaje doméstico de lo virtual, con el entusiasmo, la ingenuidad y la pura transparencia de quien ama profundamente.
    Luego, de pronto, sin que me diera cuenta, como un tsunami, esos mismos espacios  se convirtieron en garras extrañas que me arrancaron parte de la vida. Muchos años, no importa cuantos, importa el dolor. No hay medición para  la cotidianeidad del amor, ni para el dolor. No hay palabras que puedan contarlo. Ni la poesía. No es suficiente. No hay música que pinte los sentimientos más profundos que brotan del desamor. Todo lo que dicen los poetas es ficción.  La realidad es más fuerte. A los pasillos de la tristeza  por los que caminan los amantes sin sus fueros solo llegan  los muertos por amor y los ángeles.
     Sin embargo así como después de las tormentas que se llevaron todo sin piedad, un día escampa. Así también acá, algún día escampará. Como dice  Silvio: "Si me dijeran pide un deseo preferiría un Rabo de Nube, un torbellino en el suelo y una gran ira que sube, un barredor de tristezas un aguacero en venganza que cuando escampe parezca nuestra esperanza. Si me dijeran pide un deseo preferiría un rabo de nube  que se llevara lo feo y nos dejara el querube, un barredor de tristezas un aguacero en venganza que cuando escampe parezca nuestra esperanza".
     Así será, que finalmente escampe.  Y el final de la tormenta  será poder volver a este espacio y a otros donde fui feliz y continuar  con mis bártulos a cuestas caminando por la vida. Poder escuchar el canto de los pájaros cada mañana y ver el cielo en la ventana y los árboles al fondo moviéndose con el  viento; seguir buscando la tibieza del sol en las siestas de invierno  en mi silla de camping...con esa taza de té u otra, la mía. Seguir a  la luna llena paseando por el jardín...Jugar en el teatro de sombras.....Esperar el minuto exacto en el  que el turquesa y el fucsia  se crucen fugaces en este cielo  cada atardecer, y finalmente que el sol se esconda tras La Lomita. Y...no necesitar  más que estar viva. 
   Hoy vuelvo y te perdono Espacio Nuevo. Virtual. Sé que no mensuraste  que con tu libertad abrías todas las ventanas hacia lo atrapantemente desconocido. Hacia donde se nos ofrece La Felicidad misma.  Y ojalá que así sea. Hoy te perdono y no te guardo rencor. Espacio Nuevo. Ahora  no tan nuevo para mí: He recorrido ya las callejuelas por donde navegan tus caminantes, errantes... y he sufrido  el humano desencanto. Y entonces Espacio Virtual,  quise gritarte sin tener voz reclamándote el por qué… reclamándote cómo…reclamándote por qué así… 
    Y por fin te he comprendido sin juzgarte y tengo Paz. Espacio Mío.  La vida es así. Es a veces dejar que las cosas sucedan...
    Hoy amaneció lluvioso, gris, como aquellos días en los que me acurrucaba a leer y a tomar café. Ahora quizás ya no tomo café. Pero sigo acá. A mi lado su fotito me acompaña: La de esa nenita que encontré aquel domingo en La Lomita: la de "esa nenita de ojitos caprichosos que me clavaron la mirada, y parecían interrogarme ... cuestionándome algo, que yo no entendía. Estaba sentadita en las piedras, con una remerita a rayas grandes, rojas, azules y blancas, un pantaloncito vaquero arremangado-como el que usa mi nieta- y unos zapatitos con tiritas, marrones, bastante gastados, raros, como con suela de goma. Tenía flequillito, una vinchita roja en el pelo y parecía que hubiera estado jugando por allí hasta recién y que así nomás, porque sí, se hubiera detenido a mirarme...". Sí. Esa nenita. Ese Domingo.  El día que encontré el cuaderno...  
   Cuando escampe estaremos juntas.
                                Gracias…        


domingo, 1 de enero de 2012

El camino triste

Nota de la autora del blog: Es 2012 ya !!!   Ahí van…


El Camino triste

  En el horizonte, una corona de sol naranja ladrillo se trepa a los montes lejanos anunciando tibieza para este día de invierno. Con ruda voz y enérgico paso el peón marca la senda que seguirá la manada. El amanecer su nubla de tierra, sin embargo puedo ver su triste destino.  Las vacas se empujan y siguen pesadamente su rumbo. No ven que las huellas son otras. No miran los espinillos secos, los algarrobos viejos, las tranqueras…Pasan…. Ignoran que no volverán  a pastar en los campos, a dormitar inmóviles en las siestas bajo el sol. A sentir la voz conocida arreándolas cada tarde de vuelta al puesto. El sol ya sube quizás por última vez y algunas nubes le cierran el paso. Vamos llegando ya. Yo miro la polvareda y  escucho  las  voces  de aquellos entretenidos en el andar y los mugidos inocentes. Entonces me quedo atrás, atrás…cada vez más lejos, hasta perderlos… No puedo dejarlas entre aquellos montes mirando ponerse el sol esa tarde y muchas más.
1973

A Elisa:
Elisa: Qué puros y transparentes son tus quince años: Mirá como suben y suben al cielo!
Perfumada con flores llegarás Elisa.
Son las mismas que tomaste aquella noche en vuelo
esperándolo de blanco, para brillar alumbrando la fiesta bailando y bailando?
Elisa: Ves como tu vestido se vuelve paloma?
Mirá, las flores frescas para siempre sonríen
para que las guardes en algún lugar cerca de vos y cerca de Dios.
Adiós Elisa.
Amiga Ángel.

1973

sábado, 31 de diciembre de 2011

Porque soy así

Nota de la autora del blog: Estoy desesperada. Anoche casi no he dormido.
  Ayer, amaneció nublado, fresco, lento. Todo el día me pareció que volvía a cubrirme esa sensación tibia como cuando -ya hace tantos años- en los veranos después de rendir mis materias, un temporal me llevaba a acurrucarme en la cama, a solamente leer un  libro. Nada más. Ah sí, y tomaba café.
  Me entusiasmé escribiendo el blog; volví a leer lo escrito. Me gustó. Volví al cuaderno a buscar otro texto para subir. Uno fechado año 1967: “El incendio”  me atrapó el fuerte y colorido retrato del campo y la idea de relacionarlo con un incendio que vivimos- “Peligraron Casas por Incendio” (La Voz del Interior año 2006)- y en esto estuve un largo rato. Me quedaría bonito. Anoté las ideas. Tan organizada yo como siempre. Pasó bastante tiempo. No sé. Algo le faltaba. Tenía que mejorarlo. La nota del diario era muy convincente. La buscaría. Ya era tarde. O temprano a la mañana. No sé. Al final decidí terminarlo más tarde.
 No pude dormir casi.  Me despertaba recordando frases y lugares. Las escribiría. . Me volvía a despertar escuchando las palabras leídas. Las escribiría. Escribiría los textos. Buscaría mis anotaciones. No, mejor volvería a leer el cuaderno. Sólo tendría que transcribirlos. Pero… y si no los encontraba más? No. Me estaba haciendo mal no ir a trabajar. Me levanté,  busqué el cuaderno y lo abrí. Hoja por hoja. Hoja por hoja. Qué decía? No sé, no sé, me puse tan nerviosa. Ese cuento tenía que estar. Si veía mis notas, ahí al lado nomás. Todo lo que había pensado escribir… No. No estaba. No estaba. No. Ese cuento no estaba. Y ahora? Qué  pasaba? Qué me pasaba a mí? Tengo que volver a ir a trabajar. Si, mi horario, mi rutina, mis obligaciones, el cansancio, mis jefes, las exigencias, las injusticias, 34 años ahí, eso lo sabía. Era preferible. Sí. Tengo que volver a ir a trabajar.
  Me tengo que tranquilizar. Seguramente a la mañana todo va a estar bien. Ya no me animaba a abrir el cuaderno. Con miedo, abrí el blog… Y allí estaban. Los volví a leer para asegurarme. No sé. Allí  estaban tal como los había publicado. Se habían salvado. Yo los había salvado? Qué estoy pensando? No puede ser que esté pensando esto. Y los que no estaban? Podría  volver a escribirlos? Si no eran míos. Ya transcribirlos no podía no los tenía. Pero yo los recordaba con tantísima claridad… Sería plagio? Qué tenía que hacer exactamente? Tengo que volver a ir a trabajar. Si. Si. Tendría que ir, corroborar que todo quedó en orden, bien guardado, las plantas regadas…
  Ahora sí reconozco que  ese día  presentí que no debía ir a La Lomita … Allí adonde vi esa nenita de ojitos caprichosos que me clavaron con la mirada, y parecían interrogarme…cuestionándome algo, que yo no entendía. Estaba sentadita en las piedras, con una remerita a rayas grandes, rojas,  azules y blancas, un pantaloncito vaquero  arremangado –como el que usa mi nieta-y unos zapatitos con tiritas, marrones, bastante gastados, raros, como con suela de goma. Tenía flequillito, una vinchita roja en el pelo y parecía que hubiera estado jugando por allí hasta recién, y que así nomás, porque sí, se hubiera detenido a mirarme.… el día que encontré el cuaderno. Si, lo presentí ...

  Ahora estoy un poco mejor. Lo puedo contar. Y sé que me creen. Si no, no estarían acá leyendo esto. Por eso voy a salvar esos textos, esas palabras. Como ellos –y su autora-quieran. A su manera. Lo entendí. Nos necesitamos. Los necesito.  Está bien. Está bien. Acepto. Comenzaré nuevamente. Como quieran. Todavía no volveré a trabajar…



Porque soy así
Porque soy así
es que tengo que partir.
Y dejar la puerta abierta
por si me quieres seguir.

Porque soy alma que juega
mientras vivo una ilusión.
Porque tengo mil poemas
escapando para vos.

En tu desierto hostil
ya no cabe mi jardín.
Y la noche de tu vida
va apagando el sol que doy.

Entre edificios de gris
gira  tu mundo,
y tus sonrisas se opacan
siempre tristes de humo.

Porque soy así
mil veces tu nombre escribo,
y me siento pequeña aún
solo viendo atardecer.

Una lágrima por vos
queda mojando lo nuestro.
Una puerta abierta dejo
por si me quieres seguir.

Octubre de 1976

jueves, 29 de diciembre de 2011

no hay lugares parece...

Nota de la autora del Blog: Luego de haber subido “Nuestra partida”, sucedió algo muy extraño; algo más, sí, desde aquel día en La Lomita, cuando encontré el cuaderno: Quise escribir algunos cuentos que había leído y me habían gustado y que por falta de tiempo, “el mío” no trascribí. Busqué y busqué hoja tras hoja, y no los encontré; solo podía recordarlos, con tantísima claridad, pero no estaban las palabras escritas. No sé, les juro que recuerdo los lugares, los colores, los perfumes, los sentimientos y las emociones allí descriptos, podría escribirlos igual… podría? No sé… no sé…no debería …En cambio,  me encontraron  estos simples, no sé si alcanzan a ser versos, tironeándome para que los subiera al blog y así lo hice. Ahora, no me animo a volver atrás para ver si aún están escritos en el cuaderno…Por eso, ahí van juntos, liberados, cuando su autora decidió hacerlos libres…

No hay lugares parece,
o son todos los rincones,
donde mi alma se halla transparente.
Porque estoy y no estoy en esta tierra
Porque vivo y no vivo entre la gente.
Ni el espacio ni el tiempo ya me encierran.
Y camino llevando mil preguntas
Buscando la respuesta de mi Ahora.

Sin título, sin fecha


Alas prisioneras
 Escapo en mágico papel, a escribirte,
prisionero tras las rejas que tú ves y que no están.
Es tu nombre en música que oyes
no las voces ni el acero de la gente.
Son mis pasos murmullos que amanecen,
no los gritos sin fe
y con desespero.
Es mi mano que espera que la tomes,
no la guerra que con tu alma otras taladra.
Es la vida, el sol, y mi mágica paloma,
Que atraviesan las cadenas
Que tú ves y que no están.

Sin  fecha


Qué más
Qué más puedo hacer,
Que escaparme,
Entre las páginas viejas de un libro, de un cuento.
Del mundo.
Sólo tengo la fuerza ilusoria de imaginarme,
de imaginarme.
Sólo tengo las palabras que ayudan
 a desahogarme.
Sólo tengo un cielo abierto
Que basta para morirme…
Junio 1976

Gracias
Gracias Señor por lo bueno no vivido
porque así sigo esperando,
y hacia ti
mi tiempo es peldaño.
Que no quede en alguno
 por creerlo el último
ni acabe mi tiempo sin haber llegado.

 Nov. 76


Seré Mañana
Mañana mar
Mañana cielo
Mañana pampa
Mañana siglos.

Camino por tu fino horizonte de vida
Sin cruzarlo nunca.
Solo al borde de tus soles y tus sombras me dejas pasar.
Y mis pasos hacen eco sin llegar…

Dejaré mi vida en sonrisas, en poemas,
Y encenderá mi alma en el beso de la cruz.
Cuando nada
Seré todo, lo sé.
Cuando nada,
Mar, cielo, pampa, siglos,
Infinito mañana seré…


Nuestra partida

Nuestra partida

  Fue entonces que decidí partir. Suspiré, tomé un pedazo de noche, junté mis lágrimas desparramadas por el jardín, dejando las personas de mis cuentos, las ilusiones escritas en mi niñez. Quedó mi campo, las hojas, los árboles, el viento… Va quedando atrás esa realidad que aún llevo en mi mente hecha sueño. Va creciendo de a poco el camino tendido trás de mí, puente que me va alejando ya…
  Palabras mudas, gestos vacíos, no creen. Cárceles para mi Yo. Sus corazones ensordecidos no escuchan mi voz, mi risallanto. No quieren.
 La televisión chirriante se desliza por debajo de mi puerta, invade mi diálogo. Palabras duras, palabras de error, palabras de orgullo; palabras que nos hicieron bestias, vencieron nuestra paz.
  Por eso soy nadie allá. Soy nadie entre nosotros. Un nadie que  se lleva el peso de un amor propio dolido.
  La noche tinta mi alma sonámbula de negro, y el camino no es más camino sino un pedazo de espacio que me traga poco a poco a otro tiempo.
  Por debajo de la puerta, del aparato, voces turban mi charla, casi dormida.
  Hombres somos todos, palabras inconscientes que logran trepar  y saltar a herir…
  Hombres somos todos: la loca Ira nos enreda, no perdonamos.
  Hombres ignorados, sin nombre,  huímos.  Huímos una noche. Abrimos una puerta, un pedazo de noche y decidimos partir…


     Del cuaderno “cosas que se me ocurren”
     Fechado abril de 1976

domingo, 6 de noviembre de 2011

EN "LA LOMITA"


Todavía no me he preguntado por qué no busqué explicación alguna  a lo que me sucedió. Se los quiero contar. Era el primer día que volvía a salir a caminar; llevaba la silla de camping verde claro que mi marido me había comprado para que me sentara a descansar  y a disfrutar en  “La Lomita”, un pequeño predio de mi familia, cercano a mi casa, que sobrevivió  algo a tanta civilización que últimamente nos había agobiado con sus ruidosos movimientos.  Pero ese día, el mediodía elegido para animarme a intentar respirar nuevamente el aire fresco sin miedos, no vi pasar a nadie por el camino;  raro… pensé. Era domingo y aproveché que mi marido visitaba a sus nietos y que yo aún no podía o no quería ver nadie para evitar el contagio de un raro virus que me había afectado . Era invierno y el sol entibiaba suavemente el aire. Llevaba el celular nuevo, sacaría lindas fotos, hasta me había llevado el termo con té caliente-todavía otra cosa no podía tomar -todo para demostrar que me  despejaría del letargo, de esos días tan largos con fiebre, de ese extremo cansancio que me abatía. Mi marido, atento a todo lo que pudiera devolverme la alegría y mi habitual ánimo, había casi agotado su inventiva-que es mucha- con regalitos: un juego de té de porcelana inglés con florcitas rosas para que tomara el té con-“mi taza”, libros,-que yo no  llegaba a leer… C.Ds  que no terminaba de escuchar… Pensaba en mi trabajo, en mis obligaciones y me sentía todavía más frágil. Bueno, ya me sentiría bien, como antes…afrontaría como siempre lo había hecho en la vida las adversidades, y todo estaría bien…Casi ni advertí que había llegado a La Lomita. Hay muchas piedras y pozos en el camino  y  ahora con mis cincuenta y pico, aunque bien llevados, y mi sobreviniente convalecencia caminaba cuidándome de cualquier tropiezo. Crucé el cerco, y subí un trecho por el montecito, con esfuerzo. Acomodé mis bártulos y  la silla en un lugar, encerrado entre unos espinillos – de los pocos que quedaron -desde el cual se ven las sierras, el cielo y el camino que serpentea  perdiéndose en el nuevo barrio y ya casi agotada me senté ; mis lentes ya se habían vuelto oscuros y a pesar del sol radiante no  alcanzaba a sentir el calor  que buscaba. Bueno, un rato y ya lo sentiría… Una suave brisa parecía mecer  mi silla, dentro de la cual, con todo el abrigo que llevaba puesto,  parecía acunarme entre sus  brazos. Me gustaba sentarme allí porque también veía un grupito de piedras de la montaña con plantas agrestes alrededor y recordaba que por su lado pasaba el cañadón-el antiguo cauce de un río, según decían…lo recordaba como  un lugar muy bello rodeado de  grandes algarrobos, de chañares, piquillines, aromos, de talas, garabatos…cardos… lagañas de perro…uvitas del campo…campanitas …y ese suave vientito …Me debo haber quedado dormida; si, claro, porque desde esa liviandad que experimentaba, me desperté cayendo  sobresaltada, con  la sensación de que alguien me estaba mirando y  me incomodaba ;me puse nerviosa;  ahora me sentía medio ridícula allí sola un domingo, una señora como yo, haciendo nada, o peor: dormitando en  una  silla de camping con una taza de porcelana entre los yuyos y un termo, arropada hasta la irreconocibilidad…podía ser algún vecino, alguno de tantos que pasaban preguntando el precio de los lotes, si era seguro, si había agua, si había luz… o tal vez un animal de los tantos que vagabundeaban últimamente; no sabía…o no quería abrir los ojos, sentía mucha ansiedad pero a la vez me resistía…por un segundo me pregunté donde estaba, y dudé. Antes de verla yo, sus ojitos marrones me clavaron con la mirada, parecían interrogarme; ni se inmutó cuando yo, algo asustada me incorporé en la silla; me miraba ahora  como cuestionándome algo, que yo no entendía. Estaba sentadita en las piedras, con una remerita a rayas grandes, rojas,  azules y blancas, un pantaloncito vaquero  arremangado –como el que usa mi nieta-y unos zapatitos con tiritas, marrones, bastante gastados, raros, como con suela de goma. Tenía flequillito, una vinchita roja en el pelo y parecía que hubiera estado jugando por allí hasta recién, y que así nomás, porque sí, se hubiera detenido a mirarme. Quise hablarle, preguntarle qué hacía allí, sin sus padres, tan chiquita- tendría 4 años- qué irresponsables dejarla sola en este lugar con todos los peligros que hay, además, hace frío… qué responsabilidad la mía, qué haría, pensé; quise decirle algo- sentí en ese momento una profunda compasión,  no sé porque-pero no me salían las palabras. Se me cruzó por la cabeza que de algún lado la conocía: esos ojiitos caprichosos, esa postura, sus manitos…  y traté de hacer memoria, pero  tenía el entendimiento como empastado. Ella permanecía inmóvil y solo el pelito volaba con el viento que se había levantado y parecía caminar  por encima de los pastos, rozándolo todo. Cerré mis ojos un instante -acobardada -y no  la vi más. Tardé poco en levantarme, no quería o no podía pensar…ya me quería ir,  el tiempo estaba cambiando. Levanté la silla, la estaba cerrando para guardar en el sobre, cuando vi algo entre las piedras: eran  hojas de papel que volaban; yo no las había visto antes. Dejé la silla en el piso, casi tirándola, me acerqué y empecé a tomarlas en vuelo, se escapaban… parecían hojas de un cuaderno, escritas a mano; las junté rescatándolas dentro del cuaderno que a mis ojos apareció detrás de una piedra, como esperando que yo lo encontrara; era raro, tenía una  tapa como de cartón viejo marca Aparcero con el dibujo de dos gauchitos, un rancho, unos arbolitos y un potrillo, algo de verde y un cielo; en la tapa estaba escrito con letra manuscrita : “Cosas que se me ocurren…”. A pesar del apuro por volverme a casa, y de cierta incomodidad que me había invadido, no pude resistir la curiosidad de leer alguna de estas hojas, y si bien hacía muchos, pero muchos años que solo leía los libros que estudiaba para mi trabajo, para rendir concursos, para resolver casos, para sumar y restar, una profunda necesidad de relacionarme con aquel escritor o poeta que vaya a saber por qué vueltas de las vida había extraviado sus apuntes, hizo que me fijara en el viejo cuaderno. Primero, me llamó la atención: había como una dedicatoria, que parecía una invitación, y estaba firmado, tenía la sensación de que abría una puerta con cada página que leía, eran cuentos y poesías, no sé si buenos o malos, solo sé que a esa altura no podía resistirme, era como darle la mano a alguien que se caía en  un pozo, y yo tenía que salvarlo, tenía que llevármelo, cuidarlo, restaurar sus hojas rotas, ponerles color nuevamente: si, yo tenía las acuarelas, los pinceles, hacía tanto que no pintaba… tenía voz para leerlo en voz alta… claro, también sabía música, podría interpretarlo, cantarlo…tendría música escrita? Yo Sabía escribir, como no, por algo había llegado al último cargo de la carrera, pensaba, por mis méritos…méritos… si mis méritos…no sé, de pronto me sumí en la desesperación, entré en pánico, podría yo hacerme cargo de un viejo cuaderno escrito por quien sabe quien, un loco quizás, abandonado a suerte, quien sabe porqué, justo allí en mi campo; porqué no había aparecido en otro lado, porqué justo ese día, un poco más tarde y el viento lo habría  llevado lejos, y yo no tendría ahora esta carga, si lo que quería era alivianarme, resolver todos los problemas que tenía para tener éxito en mi carrera, el trabajo, en la profesión, el estudio, en mi familia…Aceleradamente intentaba guardar todo en la bolsa, como un autómata, sin saber que haría después, tenía que irme, serena lo resolvería: lo guardaría, quizás lo escondería, total vaya a saber cuánto tiempo estuvo allí, además nadie me había visto, o si? No, si no había nadie en el lugar; mientras guardaba todo con apuro, no sé porqué ahora cuidando de no ser vista, un pequeño papelito rectangular una fotito, cayó de la bolsa queriéndose fugar; al tomarla en mis manos para guardarla nuevamente en la bolsa, con desmayo, la vi. Allí estaba igualita, sentadita en las piedras, con una remerita a rayas grandes, rojas, azules y blancas, un pantaloncito vaquero  arremangado –como el que usa mi nieta-y unos zapatitos con tiritas, marrones, bastante gastados, raros, como con suela de goma. Tenía flequillito, una vinchita roja en el pelo y parecía que hubiera estado jugando por allí hasta recién, y que así nomás, porque sí, se hubiera detenido a mirarme… Me transpiraban las manos, hacía mucho que no sentía que se me aflojaban las piernas, y que el corazón me explotaba, no podía respirar, creí que allí mismo iba a morir. No busqué explicación alguna. No sé, no podía o no quería, no sé. Estaba sola no podía contárselo a nadie: A mi marido? Que le diría? Que tenía un cuaderno que había encontrado… que una nenita…  que estaba allí… que no pude hablarle? Que no supe qué hacer? …
   Pasaron varios días, yo había mantenido mi secreto escondiendo el cuaderno y poco a poco lo empecé a leer…fui saliendo de ese estado de desesperación paranoica que tenía cuando lo encontré. Ya no le tenía desconfianza, es más me empezaba a familiarizar con su manera de escribir, me gustaba la tibieza que me trasmitía, volví a sentir esa compasión que experimenté ese día cuando la vi, allí en el predio sentadita en las piedras, con una remerita a rayas grandes, rojas,  azules y blancas, un pantaloncito vaquero  arremangado –como el que usa mi nieta-y unos zapatitos con tiritas, marrones, bastante gastados, raros, como con suela de goma. Tenía flequillito, una vinchita roja en el pelo y parecía que hubiera estado jugando por allí hasta recién, y que así nomás, porque sí, se hubiera detenido a mirarme.  Ahora leía cada renglón, cada cuento, como si viviera una aventura;  no sé si está bien escrito, nunca me lo pregunté, no sé si tiene faltas de ortografía o gramaticales nunca me fijé.
  Un día, hace poco, decidí que tenía que contar esto que me pasaba, y se me ocurrió –como a la autora del ahora mi cuaderno, titular  un blog: “Cosas que se me ocurren”- y saben, no había ninguno con este nombre, lo que fue para mí un muy buen comienzo. Pero sigue siendo un secreto, ya entre  bloggero.  Sé que me creerán, de todos modos con la ayuda de mi marido- también cómplice bloggero de mi secreto  escaneé su fotito  y las primeras páginas de su cuaderno, y acá voy a contar su historia…

P.D Nobleza obliga: Mi marido dice que la palabra “bártulos” es de él. Yo les digo que puede ser, que con los años, ya no quedan muchas cosas nuevas bajo el sol…
Otra: A los escritos que escaneé, les saqué la firma, porque todavía no he decidido liberar a la autora de la “clandestinidad”…Ahí van…